La bella desconocida

El "maziello" es uno de los tipos humanos más característicos del Pirineo y, desde luego, de nuestra comarca. (¿Quén no ha oído hablar de los solteros de Plan y su famosísima "caravana de mujeres"?) Pero no menos característico resulta el "jipi" (forma autóctona del término "hippie" que resulta aplicable, más o menos, a todo aquel que, sin ser "turista", viene de fuera y no se puede encuadrar en alguna de las categorías "funcionario" o "empresario". Sobre todo, y aunque no haga ostentación de una vestuario especialmente colorido, si es joven). Simplificando, -y con algo de guasa-, se podría decir que el mundo pirenaico se reparte entre tres especies humanas: el montañés, el "jipi" y el turista.
Esta canción puede ser entendida, pues, como la historia del "jipi" que terminó siendo tan montañés que se hizo "maziello". O como la historia de una amor imposible, o como una broma.
Lo único que sí podemos afirmar, y tajantemente, es la completa falsedad de esa versión que va corriendo por ahí de que la hemos sacado de un manuscrito que encontramos dentro de una botella que flotaba a la deriva por el embalse de Mediano.
¡Cómo miente la gente!... No fue en Mediano, sino en el Ara.

Bailé con ella, no sé si en Puértolas,
en Sarvisé, tal vez, ¿o era en Guaso?
Sólo sé que no me acuerdo,
pero no puedo olvidarlo.
Recuerdo apenas la Luna pálida
tras una torre gris, gente bailando:
sólo lo que vi en sus ojos,
¿dónde más iba a mirar?
Sonar de gaitas y acordeón,
rumor de fiesta a nuestro alrededor:
el pasodoble hablaba de la albahaca,
pero ella olía aún mejor.
No sé por qué, cuando al fin marchó,
nadie dió un nombre ni lo preguntó.
¡Debía haber algún licor de olvido
en aquel porrón.

Pasó la fiesta, cesó la música,
y sin decir adiós se fue el verano.
Yo también me fui sin verla,
al invierno desterrado.
En la ciudad soy igual que el náufrago
que en una isla está solo y penando:
¡Mal será que algún maciello
se me vaya a adelantar!
Me sé más mapas que "Robinsón":
La Fueva entera, Arcusa y Valle Vió.
Iré de fiesta en fiesta hasta encontrarla,
cuando me pongo ¡bueno soy yo!
Botellas con mensaje haré un montón,
pienso pedir mil veces y un millón
que le dediquen en Radio Sobrarbe
aquella canción.

Se van los años y yo buscándola,
aunque en la búsqueda algo he sacado:
sé charrar ya con soltura
chistavín y hasta fuevano.
Sé ir navata, chiretas sé guisar,
de Aínsa hablar fatal -o de Boltaña-
como si fuera un nativo
de uno u otro lugar.
Por cierto, ella no apareció;
debió estar cerca, pero se escapó.
Sobrarbe entero ha bailado en mi brazos,
y aún hubo alguna que repitió.
Soy sobrarbense ya, quieras que no:
si me la encuentro así de sopetón,
como un maciello beberé el olvido
de cualquier porrón.


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